El lifting facial o ritidectomía es un procedimiento quirúrgico para mejorar los signos visibles del envejecimiento de la cara y el cuello.
A medida que envejecemos se produce una pérdida de tono y un descenso de los tejidos blandos de nuestra cara debido tanto a cambios histológicos y estructurales como a la propia acción de la gravedad. La cirugía de rejuvenecimiento facial persigue el reposicionamiento de los tejidos envejecidos y con pérdida de tono mediante el estiramiento y resección de la piel sobrante, así como el tensado de la fascia y músculos de la cara y el cuello para conseguir de esta forma resultados más naturales y duraderos.
El lifting facial se individualiza para cada paciente. Hoy en día contamos con nuevas técnicas alternativas al lifting clásico (50-70 años) y hay opciones para pacientes más jóvenes (35-50 años) que pueden beneficiarse del lifting con mínimas incisiones (mini-lifting) con resultados naturales y corto postoperatorio.
Aunque en determinadas situaciones puede realizarse con anestesia local y sedación (mini-lifting), incluso sin necesidad de ingreso hospitalario, en su forma clásica el lifting temporo-cérvico-facial se efectúa bajo anestesia general y necesita uno o dos días de ingreso hospitalario.
El postoperatorio es indoloro y se puede reanudar una vida normal en 2-3 semanas.
El lifting facial puede realizarse de forma aislada o en combinación con otros procedimientos complementarios tan diferentes como el rejuvenecimiento cutáneo, la cirugía de párpados, la rinoplastia, la otoplastia, Botox, rellenos faciales…, que además de mejorar localmente la zona intervenida aportan, cuando es necesario, un plus en el concepto amplio de rejuvenecimiento global.